Empezando un nuevo año y planeando los que serían mis objetivos el año siguiente, me era fácil pensar y entender que había conseguido. Separar lo que identificaba como logro o como fracaso, reconocer el volumen de mi éxito de manera contable y detenerme para decir, si había llegado hasta donde esperaba o no.
Completando una lista de verificación durante años, califique mis dias, califique mis acciones y mi manera de utilizar el tiempo. Con el propósito de reconocer si había sido o no productivo y si podía considerar que había honrado a Dios con mi tiempo. Con el tiempo, mis calificaciones se tornaron automáticas, las listas de verificación rutinarias y los objetivos puntos con un valor sin más que un significado numérico.
y habéis sido hechos completos en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad; Colosenses 2:10
Con el tiempo había conseguido apilar mis sueños como libros en una biblioteca, al punto de que solo eran visibles si los buscaba en detenimiento y recordables si me disponía a reflexionar. Había conseguido hacer de mis sueños, tareas regulares y de las tareas regulares, una acción más. Frustrado, sintiéndome insensible ante los resultados, decidí resignarme y continuar, decidí apostar por ver hasta dónde podría conducirme una acción de logro consecutivo.
Así entre éxito y éxito, mis días se hicieron monótonos y mi personalidad rígida y asocial. Así me encontré solitario, lleno de responsabilidades y estrés. Así me encontré sin propósito y solo, necesitando un cambio en mi vida. Un cambio que solo pude encontrar en la oración, después de tratar el deporte y la reflexión como sustitutos. En oración encontré esperanza y en la esperanza la forma de volver a atribuir valor a lo que hacía, pero sobre todo a mis sueños.
Al punto de que lo extraordinario me sucedería, me encontraría con cientos de logros y objetivos archivados e incompletos, con actividades cuya ejecución acelerada había dejado de lado la oportunidad de disfrute y emoción. Sentimientos que traen consigo la verdadera noción del éxito y el propósito por el cual Dios los había puesto en mi dia a dia
Pero Él les dijo: También a las otras ciudades debo anunciar las buenas nuevas del reino de Dios, porque para esto yo he sido enviado. Lucas 4:43
De esta manera animarte a que sin importar la edad o la temporada por la que estés atravesando en tu vida, si te sientes atrapado en tu dia a dia, en la lista de tareas que construye tu nivel de ocupación y que te aísla del sentimiento de inutilidad. A que te detengas, le des un espacio a Dios en oración y con le preguntes el porqué o para que de todo lo que haz construido. Y no te extrañes si debes mirar atrás y retomar lo que creías haber terminado, porque de repente pasaste de largo la bendición que Dios había puesto en el camino.